La noche del domingo 9 de marzo de 2014 y luego que concluyeran las elecciones de la segunda vuelta presidencial, el doctor Norman Noel Quijano González, del partido ARENA y su candidato a vicepresidente y ahora diputado tricolor, René Portillo Cuadra, manifestaron a medios de prensa que ellos habían ganado las elecciones y que derrotaron a su contrincante del partido FMLN, Salvador Sánchez Cerén.
Frente a la sede central del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), Quijano González daba gracias a Dios por esa victoria que habrían obtenido esa noche y no era para menos, si días anteriores él, el exdiputado Ernesto Angulo, el exdiputado y alcalde de San Salvador, Ernesto Muyshondt; el columnista de El Diario de Hoy, Paolo Lüers, el exalcalde de Ilopango, Salvador Ruano y el exguerrillero Raúl Mijango, se habían reunido con cabecillas de pandillas para negociar votos por fuertes cantidades de dinero.
Esa misma noche, el fallecido expresidente del COENA Jorge Velado, con un “nudo” en la garganta decía a medios de prensa: “Estamos declarando en este momento a Norman Quijano… (silencio y con voz cortada) futuro presidente de El Salvador”.
Velado también estaba seguro de que con los votos de estructuras criminales habían ganado las elecciones presidenciales, ya que él se había comunicado con los cabecillas y les ofreció algunos beneficios al ganar la conducción del país.
Pero siguiendo con el discurso de Norman Quijano, principal negociador con cabecillas de las maras: “No vamos a permitir fraude al estilo chavista o maduro. El país demanda gobernabilidad y no podemos tener gobernabilidad con un Tribunal supremo Electoral (TSE), comprado y corrupto”.

En ese sentido añadió: “No nos van a robar esa victoria, vamos a luchas si es preciso con nuestra vida. Pero la democracia la vamos a hacer valer y a partir de este momento más de un millón 300 están en pie de guerra y vamos a luchar si es posible hasta dejar la vida, pero no nos van a robar este triunfo.