El asesinato del ex primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha causado consternación porque la violencia con armas es extremadamente rara en ese país que mantiene regulaciones estrictas en el manejo de armas.

Abe fue asesinado en la ciudad Nara cuando brindaba un discurso de campaña por un sujeto que tras el fallo de la primera ocasión, no tuvo reparos para emprender la segunda detonación, que le causó la muerte.

El último tiroteo en un lugar público de Japón fue en 2007, tras un ataque con arma de fuego contra el alcalde de Nagasaki, Iccho Ito, situación que obligó a las autoridades a reforzar sus controles de armas e imponer penas severas para las bandas de delincuencia organizada.

Según un estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Sidney, en 2018, Japón solo reportó nueve muertes por armas de fuego comparada con 39.740 en Estados Unidos ese año.

En 2019, la tasa de muertes a causa de la violencia armada en Japón fue de apenas una por cada 5 millones de personas y ese mismo año tenía la menor cantidad de armas comparado con los demás países desarrollados.