Una reciente encuesta publicada por la casa encuestadora Inteligencia Digital, reveló que el partido Nuevas Ideas lidera por mucho margen, en la preferencia de intención de voto de los salvadoreños de cara a los comicios para alcaldes y diputados de 2021.

De acuerdo con los datos publicados por la casa encuestadora un 70.5% mantiene como intención de voto para alcaldes y diputados al partido Nuevas Ideas; solo un 5.9% votaría por ARENA; 5.4% votaría por el FMLN; 4.4% votaría por GANA; un quinto lugar en la preferencia popular es ocupado por el partido Nuestro Tiempo con un 1.4%; el partido Cambio Democrático con 0.2%; el partido PCN 0.2%; PDC con un 0.1%; mientras que en último lugar el partido VAMOS con un 0.07%.

En este punto, merece la pena detenernos un momento para analizar la marcada tendencia en la preferencia política de los salvadoreños, y es que, parece ser que la población ha decidido dar un voto de confianza al partido Nuevas Ideas, partiendo del hecho de que se trata mayoritariamente de caras nuevas en la política y que ofrece una renovación en la forma de administrar las instituciones públicas, el fenómeno Nayib Bukele, se encargó de romper con la lógica de la polaridad política dominante que recaía en los partidos tradicionalmente mayoritarios ARENA – FMLN.

Voto de castigo.

No faltará quien argumente que bajo la lógica de la experiencia, la tendencia estadística señale hacia un voto de castigo para con los partidos políticos tradicionales; sin embargo, habrá que señalar que en buena medida esta preferencia por el partido de la golondrina acontece dentro de un contexto de la política práctica, es decir, la gente evalúa el trabajo del partido en el gobierno como algo provechoso en la vida cotidiana, llámese cambios en el sistema público de salud, avances en materia de seguridad, asistencia social, etcétera.

Por otro lado, tenemos el ojo en la lupa sobre las gestiones pasadas de las cuales los partidos mayoritarios hacen alarde; no obstante, en el aspecto practico de las cosas, puede apreciarse que existen muchos casos de corrupción, malversación de fondos y nepotismo, que han sido frecuentemente recurrentes, tanto en las gestiones de derecha como de la izquierda, de ahí tenemos suficientes ejemplos de funcionarios de estos partidos que han pasado por volverse prófugos, asilarse en países aliados a sus ideologías políticas e incluso hacerse los muertos.

La población salvadoreña da un voto de confianza al joven partido oficialista y es que no se trata simplemente de un proceso de renovación de las eternas caras que han ocupado los curules del parlamento o las sillas edilicias por periodos y gestiones incontables, se trata también de la apertura a la participación de lideres comunales, activistas sociales en diferentes ramos, candidatos con formación para ocupar dichos cargos en detrimento de figuras que han ocupado dichos cargos, cuando incluso leer los mismos documentos que aprueban desde su curul resultan de gran dificultad en su lectura.

Los partidos tradicionalmente mayoritarios se han caracterizado en la actual coyuntura por gestionar una campaña abierta de desprestigio hacia el ejecutivo con la esperanza de ganar credibilidad ante la población que durante tantos años los ha mantenido en sus puestos de gobierno; como bien lo dictamina el adagio popular, “no se puede brillar opacando el brillo de otros”. Más que preocuparse por limpiar su nombre, los partidos tradicionales se han volcado a una desesperada batalla pírrica en la cual la ultima palabra la pondrá el pueblo en sus urnas y en este momento, la tendencia ya es bastante clara.