El 11 de marzo de 2011 es una fecha que difícilmente será borrada de la memoria de los japoneses cuando un terremoto de 9 grados devastó el país, generó un tsunami que continuó la destrucción y provocó una crisis nuclear al dañar la planta de Fukushima.

Una de las consecuencias a las que aún se enfrenta es qué hacer con el agua contaminada de la central, que ha pasado acumulándose por 12 años. La solución que idearon fue tratarla y vertirla al mar.

La decisión de las autoridades locales ha provocado la reacción en contra de países como China, Corea del Sur y otros indicando que no hay datos suficientes para comprobar que no existan daños a la salud y al medio ambiente por verter el agua.

Por su parte, Japón dijo que al agua tratada se le han eliminado la mayoría de componentes radioactivos; sin embargo, esto no ha sido suficiente para convencer a sus vecinos.

El plan de vertido consideraba iniciarse en las primeras semanas de abril, pero ha sido retrasado por las labores de construcción de un túnel submarino para descargar el agua de la planta.