Millones de salvadoreños han quedado boquiabiertos al conocer la captura de 31,024 miembros de estructuras criminales luego de entrar en vigencia el régimen de excepción aprobado por los diputados de la Asamblea Legislativa, en su mayoría del partido Nuevas Ideas, que ha permitido sacar de las calles a parte de esa lacra que por años sometió a un pueblo con el aval de los gobiernos en turno ARENA y del FMLN, que timoratamente actuaron contra ellos para no afectar el pacto que tenían para una alternancia de poder.

La guerra contra las pandillas que mantienen las fuerzas de seguridad del Gobierno de Nayib Bukele Ortez, permite encender la llama de la esperanza o ver la luz al final del túnel, de que la situación del país va por buen camino, que va a permitir que vivamos en calma, esa calma nunca vista ni siquiera tras la firma de los Acuerdos de Paz, en Chapultepec, México, cuyo evento es considerado como una farsa de dos actores que ya no tenían el caudal de apoyo de Estados Unidos y la exUnión Soviética.

Según la reciente encuesta de la CID-Gallup, el noventa por ciento de la población salvadoreña avala el régimen de excepción que viene a ser una bendición de Dios para cortar de tajo el accionar de los pandilleros, ya que permite desarticular las estructuras criminales sin necesidad de que policías y soldados tenga una orden judicial o administrativa de la Fiscalía General de la República (FGR), para proceder a la captura de cabecillas y sus colaboradores cercanos, incluyendo padres, hermanos y compañeras de vida de los criminales.

El régimen de excepción ha permitido que las autoridades demuestren a la población el grado de organización que tienen los pandilleros, sus nexos nacionales e internacionales, tenencia de armas, automóviles, dinero en efectivos producto de extorciones y posesión de viviendas, que parecen palacios en medio de asentamientos humanos.

Con el régimen de excepción salió a luz pública la gran cantidad de personas cuya piel parece “pizarra de mal”, con dibujos alusivos a las pandillas 18, MS, Maquina y Mao Mao, que retrata una historia de hechos violentos en que se han visto involucrados y que de una u otra forma les da un estatus de poder o pertenencia a determinada pandilla.

Esas historias del mal que llevan como trofeo en su piel, refleja el grado de brutalidad con que han cometido sus crímenes contra inocentes salvadoreños, sin que esos hechos de sangre sean denunciados nacional e internacionalmente por las organizaciones no gubernamentales que dicen velar por los derechos humanos, como también, por periodistas de El Faro, Gato Encerrado, Factum, La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy, entre otros, que ahora enarbolan la bandera de justicia reclamando derechos humanos de los pandilleros que han sido capturados con el régimen de excepción.

Sin embargo, nadie de ellos se ha preocupado por hacer justicia por todas las personas que han sido asesinadas por pandilleros, que en ocasiones con lujo de barbarie cortaron en pedazos sus cuerpos y los tiraron a ríos, quebradas, predios baldíos y en la orilla de la carretera, para deshacerse de evidencias o para mandar un mensaje a gobiernos en turno, como también a pandilleros rivales.

Los manchados con dibujos alusivos a las pandillas no se cuentan por cientos en El Salvador, sino por miles, y demuestra que hay una mente perversa atrás de ellos por mantener un poder con sangre. Las manchas de pandillas también están en las pieles arrugadas de los adultos mayores que por años han colaborado con esas estructuras del mal, ya sea pasando información de movimientos policiales o recogiendo dinero producto de la renta.

Ahora que la Policía Nacional Civil reporta la captura de 31,024 pandilleros encerrados en las cárceles de todo el país, los salvadoreños honrados agradecen al presidente Nayib Bukele Ortez y a los diputados de Nuevas Ideas, por haberse tocado los pantalones e imponer el régimen de excepción, por lo que piden que se conserve esa medida para mantener a raya a los miembros de estructuras criminales y sus colaboradores.