Bobi, el perro más viejo que el mundo ha conocido murió a los 31 años. En febrero, el Libro Guiness de los Récords le reconoció oficialmente como el can más longevo y le entregó el certificado que así lo acreditaba, en su casa de Leiria, Portugal, donde residía.

Bobi consiguió el título después de que muriese el perro más viejo en ese momento: Spike, un chihuahua de Ohio, en Estados Unidos.

Su familia pudo disfrutar de Bobi durante tres décadas sin excesivas complicaciones médicas.

Bobi se hizo muy popular en redes tras recibir el certificado del récord Guinnes.

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