El 5 de julio de 2006, Mario Belloso empuñó un fusil de asalto y asesinó a dos policías de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO), durante una protesta que estaba escalando en violencia.
Cuando Belloso tuvo que dar cuenta de sus acciones ante la justicia, explicó que actuó de esa manera por órdenes de dos altos mandos de la exguerrilla.
Este fue uno de los ataques más polémicos desde la firma de los Acuerdos de Paz. Como parte de estos acuerdos, el FMLN adquirió el compromiso de abandonar las armas, pero con el tiempo quedó en evidencia que no cumplieron su promesa.
No solo Belloso acató las órdenes de dos históricas figuras de la exguerrilla: en los años siguientes, quedó en evidencia que este partido –que se vendió como uno de izquierda– mantenía su posición beligerante. Protegieron a las pandillas, les dieron privilegios en las cárceles y negociaron con armas.
En pleno 2021, los militantes del FMLN siguen atacando a los agentes policiales de primera línea. La semana pasada, intentaron matar a un empleado de la PNC en San Salvador.
Los eventos de 2006:
El miércoles 5 de julio de 2006, un grupo de estudiantes de la Universidad de El Salvador protagonizó una protesta para expresar su rechazo al incremento del pasaje de bus.
Cuando habían pasado varios minutos, un segundo grupo se coló en la protesta y comenzó con acciones más violentas: destrucción de propiedad privada, y después, los balazos.
La Policía Nacional Civil (PNC) envió a la Unidad del Mantenimiento del Orden (UMO) para tratar de contener a los manifestantes que se estaban excediendo.
En medio de la confusión, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) presionó por la liberación de los únicos dos detenidos y eso terminó de alentar a los más violentos manifestantes.
En el punto más álgido, Belloso tomó posición de francotirador y comenzó a disparar con una M16 contra los agentes de la UMO. Después, corrió a refugiarse al recinto universitario.
Debido a la agresión de Belloso, exmilitante del FMLN, fallecieron los policías Pedro Misael Rivas y Miguel Ángel Rubí. Los cuerpos de socorro intentaron salvarlos, pero las heridas eran mortales.
El atacante también hirió a otros cinco agentes, uno de los cuales quedó con secuelas físicas de por vida.