El mensaje a los poderes fácticos, por parte del presidente Nayib Bukele, fue directo y sin rodeos. Aseguró que nunca más volvería el sistema que por dos siglos “hundió en la delincuencia, la corrupción, la desigualdad y la pobreza” a El Salvador.

“Mientras Dios me dé fuerzas, yo no lo voy a permitir”, reiteró anoche en la presentación de su segundo año de gestión como Presidente de la República.

El jefe de Estado presentó con denuedo lo que no es democracia. Después de 200 años de un sistema oligárquico impuesto en el país, dijo, ahora se tiene la oportunidad del cambio irreversible. Agregó que con los años, el Estado amplificó los problemas de muchos, para poder mantener e incrementar los privilegios de unos pocos. «A eso le llamaban democracia, pero yo le llamo cinismo e hipocresía», expresó.

«Por años, este aparato ideológico nos ha hecho creer que hay dos tipos de seres humanos: el que vale algo y el que no. El que merece justicia y el que no. Al que le daban resoluciones exprés en 24 horas y a los que llevan 20 años esperando la suya. A diferencia de todo eso, detrás de este presidente ya no hay una oligarquía, no hay juntas militares y menos una comandancia guerrillera que le dé órdenes», afirmó.

Para el Presidente, la democracia que se ha iniciado desde el 1 de junio de 2019 es del pueblo y tiene como bases el empleo, la alimentación, pensiones justas, techo digno donde vivir, justicia pronta sin selectividad, donde el pueblo cuide al pueblo.

“Han pasado apenas 2 años, en un país que lleva 200 años viviendo igual. Y llevamos apenas 30 días, de haber tomado democráticamente el poder formal. Llevamos poco tiempo, pero estamos construyendo una verdadera democracia”, externó en el podio frente a los diputados en sesión solemne.

Añadió que el país ya estaba cansado “hace mucho”, pero que los salvadoreños quisieron darle una oportunidad más a El Salvador.

“A pesar de todo eso, los salvadoreños volvieron a creer que podíamos cambiar y cambiaron la batalla en 2019, sin derrochar sangre, como lo intentaron en la guerra civil. Ese día recibimos un mandato, uno que asumimos y juramos que tomaríamos de cambiar al país, pero esta vez de verdad. Cuando las transformaciones no son cosméticas hay que cortar los problemas de raíz, puede que tengamos dolor ante las dificultades”, manifestó.