El año 2014, la sociedad salvadoreña sufría uno de los embates más duros de las pandillas, cuando estas imponían “toques de queda” o decretaban “Viernes Negro”. Este último significaba una licencia de todas las clicas en donde se ponían meta para asesinar personas o enemigos declarados por la estructura criminal.

El cinco de junio de ese año, seis salvadoreños perdieron la vida cuando sujetos con vestimenta falsa interceptaron un autobús de la ruta 302. El objetivo, según las autoridades, era atentar contra la vida de un custodio de Centros Penales y dos agentes de la División de Tránsito.

Sin embargo, testigos declararon a medios de comunicación en ese entonces, que el hecho era para completar la cuota de célula de la padilla ante la decisión de atentar a nivel nacional contra civiles inocentes, y de esa forma demostrar poder ante las autoridades del Estado de ese momento.

La Policía, ante la presión que vivió en redes sociales para ese tiempo, desplegó un rastreo y un helicóptero de investigaciones sobrevoló la zona. Sin embargo, no hubo capturas de sospechosos.