A más de siete meses de la pandemia de COVID-19, El Salvador es una de las naciones con las mejores cifras sanitarias y de proyección de crecimiento económico del istmo centroamericano, gracias a las acertadas políticas impulsadas por el Ejecutivo; esto contra todos los pronósticos adversos emitidos por la oposición.

Ahora el país está más preparado para enfrentar un repunte de coronavirus; dado que la Presidencia de la República, mediante la labor conjunta de varias carteras de Estado, ha logrado fortalecer la red hospitalaria pública, que por décadas permaneció en abandono. Eso incluye la construcción del Hospital El Salvador, que está provisto de alrededor de 2,000 camas para atender a pacientes graves y críticos, algo en lo que ha contribuido de forma decisiva la cooperación de Estados Unidos, el mayor aliado estratégico de El Salvador.

Producto de los esfuerzos oportunos del Gobierno, como el levantamiento de cercos sanitarias en municipios donde ha habido rebrotes del virus; los efectos de la pandemia se han mantenido bajo control, pese a la oposición de alcaldes, para quienes la libertad de circulación prima sobre la vida y la salud de los salvadoreños.

El plan sanitaria de combate a la pandemia goza de la aprobación de organismos internacionales como el Banco Mundial (BM), quienes también concuerdan en las perspectivas de crecimiento del PIB para 2,021, en un intervalo entre el 4 % y 5 % para ese año.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el BM proyectan un crecimiento entre 4 % y 4.9 %, respectivamente, por encima de la proyección del mismo Banco Central de Reserva (BCR), que ha pronosticado 3.9 %. Por su parte, la calificadora de riesgo Fitch Ratings es incluso más optimista, con un pronóstico del 5 %.

Esto coloca al país como uno de los que tendrán un mayor crecimiento económico en 2,021, pese a la pandemia, a la depresión económica, a los bloqueos de la oposición y a las resoluciones judiciales que impidieron al Ejecutivo hacer un mejor manejo de la emergencia sanitaria.

Lamentablemente para los detractores legislativos, los números favorables confirman que su estrategia de boicotear los planes del Gobierno y luego tratar de explotar la idea de un conflicto entre órganos de Estado para desmotivar a la inversión extranjera no ha surtido los efectos que esperaban.