El Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) cumple este 31 de enero su segundo año de funcionamiento en El Salvador; la prisión fue construida por el Gobierno del Presidente Nayib Bukele, para ponerle fin a las pandillas que llevaron luto y dolor a las familias salvadoreñas.
Con una extensión de más de 236 manzanas, equivalentes a casi siete veces el tamaño del Estadio Cuscatlán, esta megacárcel es una fortaleza impenetrable y su estructura está diseñada para evitar una fuga de los pandilleros más peligrosos del país.
Entrar o salir de las instalaciones sin ser detectado es imposible por sus medidas de seguridad, cuenta con tecnología avanzada que evita el ingreso de objetos ilícitos.
Quienes ingresan a este recinto de máxima seguridad, pasan por controles exhaustivos, entre estos el uso de escáner del tipo Rayos X, que evita el paso de objetos prohibidos.
Los pandilleros, considerados terroristas por sus crímenes atroces contra la población salvadoreña, pasan por una revisión minuciosa, por arcos detectores de metales y por un sistema de Rayos X, con modelos seleccionados por su alta eficacia.
Además, hay un circuito de videovigilancia para monitorear el interior del Centro de Confinamiento del Terrorismo, funcionando las 24 horas, los siete días de la semana y los 365 días del año, esto con el fin de prevenir incidentes entre los internos.
Asimismo, cuenta con 19 torres de vigilancia, cada una con su cámara de seguridad, desde donde se puede controlar el exterior de los módulos y los alrededores de la estructura.
La megacárcel está rodeada por un muro de concreto que tiene 11 metros de altura y está rodeado por alambres electrificados.